jueves, 25 de octubre de 2012

Una historia real.

Esto me sucedió hoy. No es un cuento, es una historia 100% verídica, que por ser real no deja de ser fantástica.

Caminando por Pueyrredon, veo aproximarse al mismísimo Papá Noel. No estaba vestido de rojo ni iba en trineo, pero no había dudas de que era él. Estaba acompañado por un animal de cuatro patas: no era un reno, era un perro. Y no era cualquier perro, era un Pongo (fox terrier de pelo fino, ya lo conocen a mi pichicho malhumorado). 

Adivinarán que la alegría de cruzarme a Papá Noel fue superada por la emoción de ver a dicho perro, y no pude evitar expresarlo con un "Oh! Un Pongo!!!!". 

Tal exclamación inició una conversación con la celebridad barbuda. Primero me preguntó si mi fox terrier era hembra, y se desilusionó ante mi respuesta negativa... "Pongo es macho y viejito. Y mucho más histérico que este." 

Luego, desató su lengua en un monólogo acelerado y multitemático. Me contó que se fue a Alemania, con mucha gente, a un festival, y que es actor, y que va a hacer una obra en buenos aires. 

Cuando pude interrumpirlo traté de cerrar la conversación, no por falta de ganas de seguir hablando, sino porque tenía que continuar mi rumbo en esta ciudad donde el tiempo no sobra y todo es urgente.

Entonces, ocurrió lo increíble. Papá Noel tuvo la amabilidad de compartirme un mensaje espontáneo muy optimista y conmovedor, que además fue muy oportuno: "nunca es tarde para triunfar. Yo triunfé en la tercera edad." 

Y finalmente, ante mi infantil asombro, dijo lo siguiente:

"Si no te vuelvo a ver, Feliz Navidad."

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